01 Jul Entre Haines y Dawson City
La pandemia ha generado un sinfín de nuevas situaciones. Ha obligado a reaccionar de diferentes maneras. Ahora bien, en todas partes, se ha planteado una discusión: dónde está la línea o el espacio entre el deseo de preservar la salud de los ciudadanos y la necesidad de mantener la economía funcionando. No queremos enfermar, pero también hay que comer y pagar un montón de facturas, más o menos necesarias.
Recientemente he podido leer dos noticias de dos lugares, que vistos desde aquí nos parecen próximos, aunque los separan unas 10 horas en coche, que es algo más que simple paseo. En Haines, sudeste de Alaska, después de quedarse sin los ingresos del turismo debido a la cancelación de los grandes cruceros, ahora son ellos quienes han rechazado la llegada de pequeños cruceros. En Dawson City, en el norte del Yukon, están surfeando por encima de la pandemia gracias a una mina de oro… que les permitirá aprovechar mejor el poco turismo que se espera, y así salvar el año.
Ambas poblaciones tienen una dependencia basta grande del turismo, y por tanto la aparición de la pandemia del coronavirus los ha afectado mucho. En Haines, los otros sectores económicos (principalmente pesca) también han sufrido los efectos, aunque en menor medida que el turismo. En Dawson City, el otro sector económico es una mina de oro, que se ha visto incluso beneficiada por esta pandemia. No se si lo sabéis, pero cuando hay problemas por el mundo, el oro sube, como valor refugio del dinero, que es el más cobarde de los cobardes.
Tendemos a ver la minería como una industria sucia, incluso diría que estéticamente fea. Sin lugar a dudas, no suele entrar en el grupo de las inústrias ecológicas y sostenibles: se trata de rascar la Madre Tierra, y extraer hasta el final los metales o materias primas. Pero Dawson City, ahora mismo, agradece tener esta industria, digamos contaminante. Aunque sea para que los escasos 1500 habitantes puedan vivir en un pueblo pequeño, acogedor, rodeado de naturaleza y mucha paz. Es más: para poder recibir en mejores condiciones que otros a los pocos turistas que se esperan por esta temporada de pandemias.
Haines no tiene ninguna mina de oro. Una vez han dejado de venir los grandes cruceros, ya no quiere ni a los pequeños. Porque arriesgarnos a recibir turistas que no dejarán demasiado dinero, puesto que las empresas que les ofrecen servicios (actividades, restauración…) están cerradas. Si, los pequeños cruceros son turismo sostenible, y además generan más ingresos por turista que los grandes. Qué bonito seria tener un pequeño crucero cada día, del que desembarcaran un 200 viajeros, dispuestos a pasear tranquilamente por Haines, comprar en sus tiendas, comer a sus restaurantes, hacer alguna excursión de senderismo por los maravillosos bosques lluviosos de los alrededores… Dinero, trabajo y respeto. Aquello que hoy en día no paran de repetirnos como un mantra: sostenibilidad.
Pero Haines ni tiene una mina de oro, ni espera suficientes pequeños cruceros. En estos tiempos de miedos e incertidumbres, prefiere no tener ni un visitante. Todavía más: quiere decidir donde está su raya entre la necesidad económica y la protección de la salud, puesto que es posible que haya hacer frente a dilemas similares en el futuro lleno de incertidumbres. Dawson, gracias a una mina de oro, de momento no tiene que decidir nada.
Veremos como acaba todo, cuando un día u otro haya pasado esta pandemia. Pero situaciones como las que viven Haines y Dawson City, seguramente nos van dando pistas sobre algunos replanteamientos económicos importantes que tendremos que afrontar.